
Monólogo del Detenido Desaparecido
Tengo Viva la Voz. Tenemos las Voces Vivas.
Aquí estoy, querida, y no sé dónde estoy.
La muerte nunca tuvo señorío y la impunidad
-otra forma de muerte- no tendrá la última palabra.
Hace un rato que vi pasar las flores camino
a la superficie, si no han llegado aún deben
estar muy cerca. ¿Quién pudo imaginarlo?
Nadie en el mundo podría haberlo imaginado:
con mi fotografía en tu pecho tú me buscas,
y con el clavel rojo en la mano, te espero.
Sé que no dejarás piedra sobre piedra
hasta encontrarme. Tu testimonio de amor
es infinito, tu consecuencia es de estrellas,
y como si tuviera quince años y te esperara
en la puerta del liceo, vuelvo a enamorarme
de tu militancia en esta noble causa que es la vida.
Nada de lo nuestro ha sido contaminado
por el olvido. Por eso, seguro que lo recuerdas:
cuando fundamos el sindicato y Víctor Jara cantó
Te recuerdo, Amanda mientras llovía
como nunca había visto llover sobre Santiago.
Jamás lo había visto así, pero hoy me parece
que esa lluvia era signo vivo de alegría,
del anuncio de otro tiempo con escuelas,
medios litros de leche, lápices y futuro.
Todo poema y lo sabes, es un acto de amor.
Este no es un poema y es más que un poema:
es la continuación de una conversación
brutalmente interrumpida. ¿Qué hora es?
Han transcurrido cuarenta años
y tengo la impresión que fue ayer / cuando te vi
por última vez. Envejeciste en esa pieza helada
de la Vicaría. Como si hubieses sido una fumadora
compulsiva, engrosaste la voz gritando durante
este tiempo, ¿dónde están?
¡Vivos los llevaron y vivimos los queremos, carajo!
Con el mismo abrigo de siempre, regresabas
sin respuestas y con un abismo. Hermosa
como eres, cuidaste de no cambiar la cerradura
de la puerta principal por si me liberaban
y regresaba al nido, a la familia, a la vida.
Lo sabes mejor que nadie: la Justicia no es un bien
que se transa. La Justicia no es un precepto.
El mar-poco a poco- devolvió testimonios y secretos,
la montaña hizo su trabajo y el desierto mostró
el rostro herido de Pisagua. Las fosas del olvido
se abrieron: no pudieron retener la evidencia,
ni el oleaje de la memoria. Algunos regresaron
desde el otro lado de la historia. Traían las marcas
de la dictadura en el cuerpo, las secuelas
de la obediencia militar en sus quemaduras,
los flagelos de la seguridad nacional en su pecho
y el silencio cómplice de los civiles que besaron
las botas del dictador y que todavía tienen
la osadía de presentarse como paladines
de la democracia y de las libertades públicas.
Pero, no es eso lo que más me duele.
La derecha tiene cara de hereje y no cambiará
su enmomiada sonrisa. Lo que más me duele
es que muchos de los nuestros les acojan,
imaginando o creyendo que por efecto colisión
de las constelaciones cambiaron su forma de ser
y que por obra y gracia de este efecto, ya no son
los mismos conjurados que mantienen pactos de silencio
y de sangre con la soldadesca, la canallada y los esbirros.
Ya ves: no somos físicamente los que éramos
pero mantenemos vivas las mismas fidelidades.
Sé que sigues planchando la camisa que usaba el Domingo.
A veces, sin querer te he descubierto mirando
el Álbum familiar de Fotografías, con la mirada
llena de peces, palabras, panes y sueños.
Amor, después que nosotros definitivamente
dejemos de estar, vendrán otros. Tú lo sabes.
Y esos otros harán aquello que no pudimos,
quizás con mejores inteligencias y con otras
ternuras. Te amo porque las razones que tuviste
para amarme fueron las razones que ellos tuvieron
para hacerme desaparecer. Y donde quiera
que esté, espero. Los hijos ya están grandes.
Ellos crecieron y entendieron. Y los nietos
crecerán y entenderán. No sé cómo lo hiciste,
pero lo lograste: no dejaste que en nuestra casa
entrara el miedo, ni que residiera en sus cuadernos
el ángel de la venganza. Y así -como alguna vez
lo soñamos paseando por la Plaza pública-
nuestros hijos crecieron hacia la luz. Compañera
del alma, compañera, no permitiste que ninguna
gota de odio les ensuciara la comida.
A pesar del dolor, los educaste en el amor
a la Humanidad que profesamos. Les enseñaste
a mirar a los ojos para que la indiferencia
de muchos, no les quemase el corazón.
Los abrazaste con amor -de padre y madre-
para que la inseguridad no debilitara sus ramajes.
Producto de esos desvelos, nuestros hijos saben
unir las sílabas de una nueva historia y ahora
van en busca de los granos dispersos. Ni a ti,
ni a nuestras familias, nadie los indica con el dedo
porque limpios tienen los vidrios de las esperanzas
y porque pueden hacer lo que otros no pueden,
exhibir sus manos no manchadas. Ya vienen nuevos
tiempos, con la fuerza y voluntad de muchos
otra vez adquieren movimiento, sentido y pulso
las ideas. Los derechos humanos son fundamento
esencial de toda convivencia y la justicia
la única forma de reparación posible. Compañera,
déjame decirte algo que no te he dicho:
lo reconozca la sociedad o no lo reconozca,
lo reconozcan o no los partidos políticos,
ustedes, las mujeres de la Agrupación,
son la dignidad de Chile. Yo, al menos,
cambié la estrella de la bandera por tus ojos.
Gustavo Adolfo Becerra- Chile
Este texto fue leído por el actor Luis Vera ayer sábado 8 de junio en la Estación Mapocho de Santiago de Chile, en el encuentro poético musical “Voces Vivas” organizado por la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos.
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Gustavo Adolfo Becerra
Consultor Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO.
Director de Comunicaciones y Contenidos del Instituto de Investigaciones Agropecuarias. Editor de la Revista científica-divulgativa “Tierra Adentro”, hasta mayo del 2012.
Diseño, producción, administración y realización de la Plataforma INIA dedicada a la Transferencia, Extensión y Difusión sitio web INIA Informa, soporte digital al servicio de estos propósitos. Este instrumento es una extensión del Sitio Web Institucional del INIA, dedicado –casi con exclusividad- a los contenidos audiovisuales (con altos componentes pedagógicos), cuya ventana principal desplegará un informativo nuevo por día hábil y un conjunto de Bancos de Videos organizados temáticamente en torno a la zonificación INIA del territorio (2012).
Encargado de Cultura de la Fundación de Comunicaciones del Agro, 2006-2010, Ministerio de Agricultura. Creador de Red Nacional de Radios.
Jurado del X Festival Internacional de Cine de Costa Rica (2003). Jurado de Honor del Festival de Cine de República Dominicana (2004).
Agregado Cultural de Chile para Centroamérica (Ministerio de Relaciones Exteriores) entre el 2000-2005.
Asesor de Comunicaciones del Instituto de Desarrollo Agropecuario de Chile y responsable de la Red de radios a nivel nacional, 1994-1998.
Asesor del Ministerio de Agricultura y Director de la Casa de la Cultural "Anáhuac" 1990-1994;
Coordinador Ejecutivo de la Vicaría Esperanza Joven (Arzobispado de Santiago) (1980-1996).
Director del Programa de Tv “Tierra Ciencia” (2008-2010), emitido por una Red Nacional de noventa Canales Regionales de Tv.
Ha trabajado como director, director de arte y guionista en las películas y videos Dance of Hope (dirigido por la Premio Oscar de la Academia, Deborah Shaffer), Mis amados Valles, Concierto en Montegrande (con el pianista Roberto Bravo), y los documentales grabados en Costa Rica: Lo que queda del Paraíso (con el Cuarteto Latinoamericanos de Saxofones), dirigido por el cineasta mexicano, Gabriel Retes),” Música ríos y calles” y “Con Neruda en el corazón”.
Productor Ejecutivo y Animador de programas radiales (220 emisoras en línea), vinculados al mundo de los pequeños productores, a través de Radio “Chilena”. Esta Red radial ha sido uno de los más potentes instrumentos comunicacionales al servicio de la agricultura, porque ha permitido por diversos medios técnicos, aproximar a los propios productores a la realización del programa radial.
Escritor y realizador chileno. Miembro de la Sociedad de Escritores de Chile, Número de Inscripción 1.992.
OBRA:
-“Pactos. Hombre sentado junto a una montaña”, Ed. Costa Rica, 2003, San josé.
-“El Libro de las Dispersiones”, marzo del 2006, Santiago de Chile, Ed. Cuatro Puntos.
- "Tolo Nei"
